No siempre encontramos la sabiduría donde esperamos. A veces llega en forma de un comentario breve, debajo de una nota que escribiste sin planear.
Así conocí a
. No sé si él lo sabe pero cuando lo leo siempre me toca una fibra.Hay algo en su forma de mirar el mundo que emociona sin hacer ruido, y se queda dando vueltas mucho después de haber terminado el texto.
La verdad: no suelo ser muy fan de las newsletters colaborativas. Pero si algo he aprendido es que permitirme probar cosas nuevas también puede ser una forma de dejarme sorprender.
Hace unos días,
me propuso cruzar voces. Y sentí que tenía todo el sentido. Porque aunque venimos de mundos distintos, los dos sabemos lo que es vivir con muchas pasiones sin saber cuál elegir. O peor: sin querer renunciar a ninguna.
Hoy él escribe en este espacio. Con la sutileza y la verdad que lo caracteriza. Y si alguna vez te sentiste “demasiado”, “inconstante” o “imposible de definir”, este texto es para ti.
Multipasiones sin morir en el intento
- Por Pedro Gala
A veces me despierto con tres ideas cruzadas como trenes en una estación sin andenes.
Una quiere ser un cuento. Otra se intuye como un podcast. La tercera, un taller que aún no tiene nombre pero ya late.
Y ahí estoy yo, en medio, intentando no perder ninguna.
Durante mucho tiempo pensé que eso era un problema. Que tenía que elegir. Centrarme. Ser “una sola cosa” y hacerla bien. Como si la profundidad solo se alcanzara en línea recta, y no en espiral.
Pero nunca fue mi camino.
Yo funciono por ramificaciones. Me mueven las palabras, sí, pero también las imágenes, las voces, las estructuras ocultas de las cosas.
Lo que me fascina no es una sola vía, sino cómo se conectan entre sí. Me gusta el momento en que un relato inspira una imagen, que luego se convierte en la base de un audio, que luego desencadena una conversación.
Es en ese cruce de caminos donde me siento más vivo.
Ser multipasional no es solo hacer muchas cosas. Es mirar el mundo con muchos ojos. Es sentir con intensidad y descubrir que nada nos deja indiferentes. Es estar atento a los detalles que otros pasan por alto y querer darles forma, una y otra vez.
A veces hay caos, claro. Papeles sueltos, libretas inacabadas, documentos sin nombre y pestañas abiertas que se multiplican como conejos.
Hay días en los que tengo la sensación de estar siempre empezando. Siempre a medias. Siempre con algo pendiente.
Y sin embargo…
también hay una belleza secreta en ese desorden.
Una energía que empuja. Un tipo de sentido que no se ve, pero se intuye.
He aprendido a no forzar un solo molde. A entender que mi cabeza no funciona por bloques, sino por conexiones.
Que no necesito encajar si puedo entrelazar.
No tengo un método perfecto.
Hay mañanas en las que me paraliza la idea de no ser “suficientemente bueno” en nada.
Pero también hay noches en las que, al repasar lo vivido, veo el mapa: difuso, sí, pero con caminos recorridos. Y en esas noches, me reconcilio con mi manera de estar en el mundo.
Ser multipasional es, también, sostener la contradicción.
Querer calma y moverse mucho.
Desear foco y sentir que todo importa.
Tener ganas de simplificar y no querer renunciar a nada.
Lo que más me ha costado aceptar es que no todo tendrá forma, que algunas ideas quedarán a medias, que algunos proyectos vivirán solo en un cuaderno.
Pero eso no es fracaso. Es parte del proceso. Es la maleza que rodea a lo que finalmente florece.
Hoy ya no quiero elegir entre escribir, enseñar, grabar, imaginar, compartir.
No quiero tener que reducirme para ser comprensible.
Prefiero ser múltiple, aunque a veces duela.
Prefiero el cansancio de ser muchos, al vacío de ser menos de lo que soy.
Y si me preguntas qué me sostiene, la respuesta es sencilla:
el momento en que las piezas se unen.
Cuando una idea toma forma. Cuando un lector me dice que algo le tocó. Cuando una historia encuentra su lugar.
Ahí, en ese instante fugaz, todo encaja.
Aunque sea por un momento.
Y ese momento, para mí, es suficiente.
Si algo puedo decir de
es que no escribe para que lo aplaudan. Escribe para que sientas. Por eso lo leo. Por eso te lo compartí. Porque a veces, un buen texto no te da respuestas, solo te recuerda que no estás solo en lo que sientes...
Qué belleza leerte!
Me has recordado que Dios a veces nos habla en susurros, a través de palabras sencillas que no esperábamos, en lugares donde no pensábamos encontrar respuesta.
Gracias por abrir el corazón y dejar que algo tan pequeño como una nota compartida toque una fibra tan profunda.
Yo también creo en eso: en permitirnos probar, explorar, y dejarnos sorprender… porque el alma se ensancha cuando baja las defensas y se atreve a sentir.
Un abrazo con admiración y gratitud,
Mercedes ✨💛
Este texto me recordó que el alma no es unívoca y que el conflicto, a veces, es solo el alma pidiendo espacio.🔆❤️